En Conclusión…
Los cuadros vivos que hemos considerado en este estudio breve contienen lecciones muy potentes:
- Subrayan la misericordia que Dios nos ha mostrado.
- Determinan nuestros modelos de análisis y reflexión de la Palabra de Dios.
- Hacen pensar en el por qué relacionamos con los demás creyentes.
- Promueven algunos valores y descorazonan otros en la vida diaria.
Puede que demos importancia a una metáfora y pongamos a un lado otra. La preferencia que tenemos influenciará nuestro comportamiento dentro de la comunidad de los creyentes. ¿Por ejemplo, pensamos primero en nosotros como hermanos/hermanas y sirvientes o como líderes y jefes? Si volvemos al relato que nos hace Lucas 22:24 los discípulos se pusieron a discutir a cuál de ellos había que considerar como el más importante. Ninguno de ellos estaba dispuesto cumplir con una obligación básica – lavar los pies. Esto debería hacernos pensar. Aquí tenemos la lección de que no hay más que una clase de grandeza: la del servicio.
Como obreros aprobados, nuestro deber es recibir, entender y poner en práctica la Palabra de Dios. Lo hacemos sin poner confianza en nuestro propio intelecto o habilidad. Nuestro servicio es un testimonio de lo que buscamos primeramente – el Reino de Dios y Su justicia. ¿Qué privilegio tenemos de ayudar a otros venir a un conocimiento del amor de Dios en Jesucristo? Como ambasadores fieles vamos juntos a comunicar estas Buenas Noticias.
El secreto de la vida de Jesús era su constante contacto con Dios. Su ejemplo supremo nos provoca admitir que Cristo debe ser todo en nuestra vida y sin él no podemos hacer nada. Nuestro contacto diario con Jesús por medio de la oración, lectura y meditación de su Palabra enriquece nuestra vida – nos hace fructíferos. Sobre todo, una vida fructífera da gloria a Dios.
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, este lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.” (Juan 15:5)
¡Qué Dios te bendiga hermano/a!
¡Qué venga Jesús!